Con algunos retrasos, la NASA puso en órbita el Explorador de Observación Infrarroja de Campo Ancho, WISE (Wide Field Infrared Explorer), desde la base californiana de Vandenberg el 14 de diciembre de 2009, a bordo de un cohete Delta. El Satélite que fue diseñado con el fin de generar un mejor mapa del universo, comenzó a emitir las primeras imágenes 15 días después de su lanzamiento, cuando los ingenieros encargados de los controles de la misión enviaron la señal para que el telescopio abriera su capa protectora, permitiendo que su lente pudiese captar el entorno.
El telescopio, orgullo de la NASA, cuenta con cuatro detectores infrarrojos con una resolución de un megapixel cada uno y posee la capacidad de capturar una imagen cada 11 segundos. Con esta avanzada tecnología se espera detectar miles de millones de objetos en el espacio, por más oscuros que sean: asteroides, nubes de polvo, estrellas enanas marrones, bolas de gas, es decir; cuerpos que podrían llegar a ser una amenaza para nuestro planeta.
La inversión de 320 millones de dólares, que estará un tiempo aproximado de diez meses en órbita, se diferencia de sus antecesores por la sensibilidad de sus detectores, los que deben ser enfriados con hidrógeno congelado. La razón es porque el telescopio infrarrojo funciona detectando el calor de los posibles cuerpos celestes que se encuentren en el espacio, y sin un refrigerante que lo mantenga a temperatura cercana a cero, el mismo emitiría incandescencia en luz infrarroja arruinando el normal funcionamiento.
El WISE podrá resolver también uno de los grandes misterios de las estrellas detectando emisiones infrarrojas que provienen de las regiones más activas donde se constituyen. Esto ayudará a los científicos a saber con qué velocidad se forman las estrellas durante las colisiones galácticas, lo cual podría indicar cuántas de las estrellas del universo se formaron a partir de esos choques.
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