Alguna vez te has preguntado por qué el cielo es negro siendo que existen miles de millones de estrellas que podrían aclararlo. Supongo entonces que te interesará conocer al astrónomo que se formuló la misma paradoja.
El médico de profesión y astrónomo de devoción Heinrich Olbers nació el año 1758, Arbergen, cerca de Bremen, en Alemania. Realizó varios aportes importantes para la astronomía actual, pero es recordado mayormente por desarrollar la paradoja que, a principios del siglo diecisiete, tanto había inquietado a Kepler.
Este gran científico a los 21 años de edad creó el primer método, todavía utilizado por los astrónomos, para calcular la órbita de los cometas. Gracias a éste técnica logró localizar en 1802, en la posición prevista por Karl F. Gauss, el primer asteroide llamado Ceres, que ya había sido descubierto exactamente un año antes por Giuseppe Piazzi, y después perdido de vista. Ese mismo año descubrió por sí mismo el asteroide Pallas y cinco años después encontró a Vesta, dejando que fuera Gauss quien escogiera el nombre.
Otro de las contribuciones que realizó Olbers a la astronomía fue la formulación de la teoría en la que conjeturó que los asteroides eran fragmentos de un antiguo planeta que explotó. Aunque actualmente este supuesto no se considera muy probable, ya que luego de varias investigaciones, se cree que son una colección de acumulaciones que nunca se unieron para formar un satélite o un planeta.
El 1811 desarrolla la hipótesis de que la cola de los cometas estaría formada por partículas expulsadas del núcleo por algún tipo de fuerza, y que la cola había de estar siempre en la dirección opuesta al Sol. Años después se ha podido comprobar que esto se debe a la presión de radiación de la luz solar, un efecto que en ese entonces no era conocido.
La famosa paradoja de Olbers fue su último y más reconocido aporte, planteada por el científico en 1826, en la cual se pregunta: ¿Por qué el cielo nocturno es oscuro si existen infinitas estrellas que habrían de iluminarlo como si fuera de día? La solución encontrada por el científico fue de que el cielo era oscuro de noche porque algo en el espacio bloqueaba la mayor parte de la luz estelar que debía llegar a la Tierra. Esto se ha resuelto de manera diferente muchos años después, tras descubrirse que el universo observable tiene una extensión limitada, probablemente no mayor de un radio de 20.000 millones de años luz, y por tanto aún no ha transcurrido el tiempo suficiente para que la luz de las estrellas iluminen de manera total y pareja el cielo nocturno.
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