TRACE: Satélite que descubrió sonidos en el Sol

Concebir al Universo como un sorprendente instrumento musical capaz de interpretar una gran melodía, es una tradición que se prolongó durante muchos años a partir de la Edad Media.


Este pensamiento, aparentemente descabellado, fue comprobado el año 2008 por la NASA, gracias a la información recabada por su satélite.

El Transition Region and Coronal Explorer (TRACE) fue lanzado a bordo de un vehículo Pegasus por la NASA en el año 1998, desde la Base Aérea Vandenberg ubicada en California, Estados Unidos. La misión del satélite era permitir observaciones conjuntas con el satélite SOHO, puesto en órbita tres años antes, durante la fase de mayor actividad del ciclo solar.

De acuerdo a las informaciones entregadas por la agencia responsable, la nave estaba equipado con un telescopio especial dirigido hacia la llamada región de transición, para lograr explorar las estructuras magnéticas tridimensionales que emergen a través de la superficie visible del sol, y definir tanto la geometría, como la dinámica de la atmósfera superior o corona solar, en la que se desencadenan tormentas y protuberancias. Además de registrar la relación que existe entre los campos magnéticos solares y el calor de la corona.

Hasta la misión TRACE los proyectos espaciales sólo habían podido obtener algunas imágenes instantáneas de la corona solar, pero no películas donde observar claramente su funcionamiento con gran exactitud. Pero lo más impresionante de los aportes que se llevaron a cabo con el satélite, fue el descubrimiento de las primeras evidencias de música originada en un cuerpo celeste, tal como había aventurado Kepler y, muchos años antes, la secreta organización griega de astrónomos, músicos, matemáticos y filósofos, que creían en que todas las cosas son esencialmente números, conocida como los pitagóricos.


Gracias a éste satélite enviado por la NASA se confirmó para la comunidad científica y la población en general que la atmósfera de nuestra estrella madre, el Sol, efectivamente emite sonidos ultrasónicos, y que interpreta una composición formada por ondas que son aproximadamente 300 veces más graves que los tonos que pueda captar el oído humano.

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