Un púlsar ha sido establecido por la comunidad científica como una estrella de neutrones pequeña que gira a gran velocidad y que emite radiación periódica. El más conocido se encuentra ubicado en la nebulosa de Cangrejo, situado en el mismo punto en el que astrónomos chinos registraron una brillante supernova, lo que permitió establecer la relación entre ésta y la estrella de neutrones, y teorizar que el púlsar sería un resto de la explosión.
Estos objetos poseen un intenso campo magnético que induce la emisión de radiación electromagnética a intervalos regulares relacionados con el periodo de rotación propio, puesto que sólo por medio de ésta puede alimentar las emisiones de radio, rayos gamma y de partículas. Desde su descubrimiento algunos púlsares con periodos extremadamente constantes han tenido repercusiones inesperadas en la ciencia, ya que han sido utilizados para calibrar relojes de precisión.
Los púlsares fueron hallados en 1967 por Anthony Hewish y Jocelyn Bell en el observatorio de radio astronomía en Cambridge. Actualmente se han localizado cientos de ellos, pero sólo en dos, el del Cangrejo y de la Vela, se ha comprobado que emiten pulsos visiblemente detectables. El más antiguo de estos objetos ha sido estudiado y se ha establecido que impresionantemente gira a cientos de veces por segundo lo que, en palabras simples y ejemplificadoras, vendría siendo más rápido que una batidora de cocina.
A medida que envejecen, los astrónomos detectaron que los púlsares disminuyen sus velocidades de rotación. Sin embargo, esto cambia si el púlsar forma parte de un sistema de estrella binaria y, por ende, puede absorber material de su compañía, aumentando su rotación.
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