El nombre de Phoenix hace honor a las sondas que perecieron en el intento y de las que se extrajeron las mejores ideas para su creación.
Después de 32 años, y sólo por tercera vez en la historia, un equipo del Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory, JPL) logró posar una nave en la superficie marciana. El Phoenix Mars Lander, o simplemente Phoenix como es comúnmente reconocida, es la sonda espacial construida por la NASA y que fue lanzada en dirección al planeta Marte en agosto de 2007 desde la base de Cabo Cañaveral, llegando a destino el 25 de mayo del año siguiente.
La misión que en un principio estaba pensada para tres meses en un sitio escogido por las buenas probabilidades de tener agua congelada al alcance del brazo robótico del módulo, para obtener mejores resultados, fue extendida hasta el 10 de noviembre de 2008 y dependió absolutamente de la electricidad generada por sus paneles solares.
Phoenix no es el primer intento que se ha hecho para rescatar información de la superficie marciana. En 1999 la sonda Mars Polar Lander llevaba el mismo destino, cuando se estrelló al realizar la maniobra de aterrizaje. Por otra parte, la misión Mars Surveyor Lander se suspendió antes de partir en 2001. Dos de los instrumentos diseñados para esta última se han renovaron y fueron incorporados a Phoenix.
EL principal objetivo se centró en llegar a una región cercana al Polo Norte marciano, desplegar su brazo robótico y hacer prospecciones a diferentes profundidades para examinar el subsuelo y sus minerales, con el fin de diagnosticar la probabilidad de agua y, por tanto, de vida.
La NASA afirmó que la sonda Phoenix realizó una observación sin precedentes, encontrando hielo al realizar una excavación cerca del Polo Norte del planeta, en la cual unos trozos de hielo se sublimaron después de ser desenterrados por el brazo mecánico del robot. También revelaron rastros de reacciones químicas entre minerales del suelo marciano y agua líquida en el pasado. Lo que hizo suponer que en períodos del pasado en Marte corría agua líquida por su superficie.
En su retorno la nave tuvo dificultades por la poca energía solar de la que disponía, y de la cual era dependiente, debido al avance del inverno. Esto obligó a la desconexión de la mayoría de los calentadores necesarios para el buen funcionamiento de los sistemas mecánicos y electrónicos, lo que provocó que la misión se diera por finalizada sin haber obtenido señales de ella.
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