En la antigüedad la ocurrencia de este fenómeno estaba estrechamente relacionado con las catástrofes y a diferencia de lo que vivimos hoy en día, no generaba ni una pizca de expectativa y emoción. Todo lo contrario. La ignorancia de no saber a ciencia cierta qué era lo que ocurría en el cielo era la culpable de sus reacciones.
En la actualidad y desde hace mucho tiempo se sabe que lo único que produce un eclipse de Sol es una serie de fenómenos inofensivos como una ligera disminución de la temperatura, incremento de la fuerza del viento y algunos otros de menor relevancia y casi imperceptibles.
Existen tres tipos de eclipses de Sol y para que ocurran tienen como requisito que la Luna se encuentre en su fase de Luna llena. El primero de los tipos de eclipse solar es el parcial, durante el que se puede observar al sol en forma de cuarto creciente por acción de la sombra de la Luna.
El más bello es sin lugar a dudas el eclipse total y solo se da en los territorios de la Tierra que se encuentren dentro del cono de la sombra lunar. Tiene una duración aproximada de dos horas. El último de los tipos es el anular y ocurre cuando el diámetro angular de la Luna es menor al del Sol. El resultado durante la fase máxima del eclipse es la Luna tapando gran parte del Sol, menos su borde que se mantiene brillando fuertemente.
Observar directamente el eclipse puede resultar peligroso para la vista por lo que se recomienda la utilización de anteojos especiales con filtro solar o de otro modo se puede realizar el avistamiento de manera indirecta, con algún objeto que refleje la imagen y nos cause daño en la retina.
Una de las opciones es hacerlo mediante el reflejo del agua o con binoculares o telescopios siguiendo determinadas instrucciones. Especialmente sensibles a este fenómeno son los animales. Algunos pueden mostrarse muy nerviosos y hasta agresivos. Sin embargo, durante el momento cumbre del eclipse, suelen mantenerse en completo silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario