En tiempos en los que el calentamiento global es una amenaza real a causa de la contaminación por el uso de combustibles fósiles, la energía proveniente del astro rey se alza como una de las principales alternativas para el cambio de matriz energética.
La energía del Sol proviene de la constante combustión de hidrógeno en su interior, emitiendo gran cantidad de energía radiante de la que la Tierra se beneficia en una ínfima proporción. Al ingresar la energía solar a nuestra atmósfera es afectada por diversos factores como la densidad, la localización geográfica, la orientación de la superficie expuesta, etc.
Existen dos modos de aprovechar la energía solar, en su condición difusa o en su condición directa. Sin embargo, el ser humano aún no ha encontrado la forma de sacarle el máximo provecho a esta energía limpia y siempre renovable. Para darnos una idea de la cantidad de energía que desaprovechamos, el Sol cada año emite cuatro mil veces más energía que la que necesitamos.
Los principales problemas a los que se enfrenta el uso de la energía solar son: la necesidad de múltiples dispositivos que nos permitan atrapar la energía del Sol, esta energía solo puede ser aprovechada en momentos climatológicamente favorables y el costo para su máximo aprovechamiento supera en mucho a los actuales costos de las plantas eléctricas.
Actualmente el ser humano utiliza esta energía en sus formas: solar pasiva, solar térmica, solar fotovoltaica, solar termoeléctrica, solar híbrida, solar eólica, entre otras. Desde hace algún tiempo se ven iniciativas como casas que funcionan tan solo con energía solar mediante paneles solares dispuestos en el techo de la casa, autos solares, etc. Según la organización ambientalista Greenpeace, para el año 2030 la energía fotovoltaica sería capaz de abastecer de energía a dos tercios de la población humana.
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